4 tipos de empleados
Existen 4 tipos de empleados, pero ¿qué tipo de trabajadores somos? ¿Pertenecemos al grupo de los positivos? ¿Al de los perfeccionistas? ¿Quizás al de los poderosos? ¿O bien al de los pacíficos? Eso va a depender no únicamente de nuestra personalidad, sino también del momento en el que nos encontremos en la vida. Los expertos hablan de una influencia directa de nuestra vida personal en nuestra vida profesional. Por ello, y respondiendo a las preguntas anteriores, lo más probable es que, a lo largo de nuestra vida profesional, vayamos cambiando de grupo.
El empleado positivo
Los trabajadores positivos aman su trabajo, por lo que entrar por la puerta de la oficina cada mañana no supone ningún sacrificio. Su grado de motivación es muy alto y desempeñan con facilidad todas sus tareas, acompañándose de una gran sonrisa. Favorecen un clima laboral óptimo, con su vitalidad que a menudo se contagia al resto del equipo y se caracterizan por tener un sentido de lealtad a la empresa que bien podría ser innato. También, son perfectamente capaces de trabajar sin la dirección de un líder, aunque agradecen su apoyo. Algunas clasificaciones de empleados los denominan “la bestia” ya que se esfuerzan por ser su mejor versión y alcanzan metas impensables gracias a su energía.
El empleado perfeccionista
Los perfeccionistas son amantes de los detalles y los calendarios. Trabajarán muy duro hasta conseguir las metas y objetivos que se han fijado, sin que los horarios o agentes externos influyan de manera sustancial. Son meticulosos, organizados, controladores, reacios a la espontaneidad y tienen la intención de superar sus límites y corregir una y otra vez sus errores. Y, para ello, suelen pedir feedback. A simple vista puede parecer todo un privilegio, pero exceder ciertos niveles de perfeccionismo en el ámbito laboral puede llegar a ser contraproducente.
El empleado poderoso
Aquí entran los líderes o personas con carisma de líder. Se apropian de los objetivos laborales y asumen los riesgos. Están altamente capacitados para gestionar a equipos humanos ya que transmiten confianza por el grado de cercanía. Les gusta tener iniciativa y poner en marcha proyectos. A la hora de celebrar un éxito profesional, son los primeros en hacer partícipe a todo el equipo, además de compartir la recompensa. Por otro lado, usan la empatía para escuchar y atender con cautela a todas las peticiones de los empleados. Es por esa razón por la que, por lo general, prácticamente la totalidad de la plantilla tendrá simpatía por estas personas.
El empleado pacífico
La regla número uno para ser un trabajador pacífico es ser capaz de pasar por el filtro de la armonía absolutamente todo: críticas, complicaciones en el trabajo, vínculos personales y/o profesionales, etcétera. Huyen de los conflictos y de las relaciones “tóxicas”. Mantienen siempre una actitud abierta y son respetuosos con las decisiones que se toman en cuanto a los proyectos en los que están involucrados, así como aquellas que les repercuten como persona. Su actitud puede confundirse en algunas ocasiones con la dejadez o el pasotismo. Sin embargo, lejos de ser esa la razón, prefieren mantener las distancias y aceptar las indicaciones de los mandos superiores.
Muchos expertos en Recursos Humanos se esfuerzan por tratar de conseguir incorporar a sus equipos de trabajo personas con un carácter fuerte. Pero es un error pretender que todos los trabajadores tengan los mismos hábitos de trabajo o personalidad, ya que esto acaba provocando tensiones y es poco enriquecedor para el conjunto de los recursos humanos.
Lo más importante a fin de cuentas es que todos y cada uno de los empleados tengan un alto potencial, para que los resultados de sus tareas sean de calidad y se esfuercen por mejorar cada día. Ninguna empresa querría contar con personas que solo ponen trabas y no muestran interés por conseguir que el proyecto empresarial y ellos mismos avancen y crezcan de la mano.