Pensamiento lateral o cómo resolver problemas desde una perspectiva creativa
El pensamiento lateral es la capacidad de resolver problemas desde una perspectiva creativa y de manera indirecta. Consiste en buscar soluciones alternativas a las que nos vienen a la mente cuando razonamos “verticalmente”, aplicando procesos lógicos basados en el análisis y que parten de una base de lo que ya conocemos y hemos asimilado.
El pensamiento lateral te hace original
El método de pensar lateralmente, identificado por Edward de Bono en 1967, consiste principalmente en ser original, a veces de forma ilógica y huyendo de lo convencional. Es, como dirían los angloparlantes, “pensar fuera de la caja” (o “fuera del cuadrado” en Australia). “Si continúas cavando un mismo agujero, haciéndolo más profundo, no podrás cavar un segundo hoyo en un lugar diferente”, justificaba de Bono.
Además de emplearse en la resolución de acertijos o enigmas -al estilo de Sherlock Holmes-, el pensamiento lateral puede resultar muy útil en el trabajo diario de cualquier compañía, ya que a menudo deriva en conceptos innovadores y en nuevas formas de abordar los desafíos de la misma y mejorar las habilidades sociales. Por ello, los procesos de selección de empresas como Google evalúan la habilidad que tienen los candidatos para pensar lateralmente, a través de preguntas que nada tienen que ver con la actividad de la empresa o la experiencia del potencial empleado.
Aunque hay personas con más destreza a la hora de pensar lateralmente, esta capacidad de “romper con la prisión de las viejas ideas para desarrollar unas nuevas” -como la describía de Bono-, se puede entrenar. El primer paso es reconocer los esquemas convencionales del pensamiento, saber cuál es la base de la que partimos, identificar la “prisión” de las viejas ideas para así poder romper con ella.
Una mente abierta e imaginativa
Una vez hemos hecho esto, se ha de buscar, con la mente abierta, otros posibles puntos de vista. En este punto conviene huir de los procesos lógicos, dando rienda suelta a la imaginación y al flujo de ideas inconexas, muchas veces injustificadas. No hay por qué justificarlas todas, recalcan los especialistas. El pensamiento lateral trata de ser provocativo, explorando incluso los posibles más improbables. El pensamiento vertical, por el contrario, intenta dar con la idea que tendrá más probabilidad de éxito, juzgando y analizando cada aspecto, de una forma organizada y correcta.
Así, cuando uno se halla anclado en este tipo de pensamiento convencional, de Bono recomienda, entre otras sugerencias, revertir el enfoque por completo, dando un giro de 180º al planteamiento inicial y reimaginando las relaciones ya asumidas. De esta forma, se conseguirá prestar más atención a los detalles que, aunque suelen pasar desapercibidos, pueden esconder la clave que conducirá a la siguiente gran idea.
Para salir de la caja conviene también dividir los problemas en pequeños pedazos y así, a partir de estos, empezar a crear algo nuevo. Por otra parte, el uso de analogías hará que, al transmitir una situación a otra -más fácil de manejar-, se pueda romper más fácilmente con los prejuicios y lo establecido.