Cómo motivar a personas sin ambición
La ambición es el motor que nos ayuda a alcanzar nuestros objetivos ya que nos lleva a poner nuestros propios recursos en marcha para materializarlos, superando retos y desafíos. Hablamos por tanto de una cualidad y arma de doble filo muy valiosa que en el terreno profesional se vincula a cualidades como el alto rendimiento o la orientación a resultados que son rasgos que además van a resultar muy beneficiosos para la organización y carrera profesional.
Ambición en el trabajo
La ambición en el trabajo conecta con la transformación, la capacidad de poner en marcha proyectos, asumir retos y evolucionar (ya sea en el plano personal o profesional). De hecho, tiene asociadas otras dimensiones positivas, como la autoestima ya que, independientemente de que surjan dudas, cuando hay ambición también existe un poso de confianza en uno mismo y sus capacidades, y la persona puede explotar al máximo su potencial. Por otro lado, las personas ambiciosas tienen la capacidad de sostener una visión general que les permite ver lo que están haciendo, dónde quieren llegar, los obstáculos y la manera de sobrepasarlos.
Frente a la ambición encontramos a perfiles conformistas, personas sin ambición, que en los peores casos se mantienen ancladas en la zona de confort (aquella en la que nos movemos cómodamente y sin esfuerzo). En contextos profesionales tiene connotaciones negativas este tipo de perfil se asocia a cierta pasividad y estatismo, con todo lo que esto conlleva.
Como ocurre con muchas cualidades lo que puede tornar la virtud en defecto es la medida. La ambición es clave, cuando es moderada, para lograr los objetivos y se trata de uno de los ingredientes esenciales del éxito, pero aquellos que lo llevan al extremo y que solo se mueven por la ambición, puede convertirla en un defecto, ya que si no la sometemos a un juicio crítico y ético puede chocar con el bienestar de otras personas. Este sería el caso de personas que nunca están satisfechas con lo que obtienen, que son capaces de perjudicar a otros tratando de alcanzar sus objetivos y éxito profesional, o que no sienten pudor por mentir o engañar a otras personas si es necesario. En ese caso, sin lugar a dudas, la ambición se transforma en un rasgo nocivo, especialmente dentro del contexto de empresa, en el que la ambición desmedida por parte de una persona puede generar perjuicios al equipo y por ende al conjunto de la organización.
Las empresas demandan perfiles ambiciosos
Si alguien conoce lo que las empresas necesitan son los departamentos de personas y talento o recursos humanos y estos tienen claro que las personas ambiciosas son muy positivas para las empresas.
Una empresa que quiere crecer necesita tener en su estructura a personas que también quieran crecer. Ecoembes es un buen ejemplo de ello, entendemos que el crecimiento de la empresa es posible gracias a las personas que la componen, por ello buscamos a personas ambiciosas, porque cuando la empresa y el empleado comparten este valor el crecimiento es inevitable. Sólo incorporando perfiles con ambición laboral será posible materializar objetivos y hacerlo de manera casi natural y orgánica.
Encajarán en ese perfil ambicioso personas inconformistas, innovadoras, proactivas, conectadas y con visión global que además tengan buena capacidad de adaptación y baja o nula resistencia al cambio. Dado de hablamos de una ambición sana, deben primar la unión, el respeto y la cooperación, de manera que se garantice el funcionamiento en equipo, la productividad y un contexto laboral saludable.
Por supuesto, no todos los miembros de la organización han de encajar con dicho perfil, ya que no todas las actividades que se llevan a cabo en el conjunto de una organización lo requieren, pero sí será necesario en aquellas posiciones más estratégicas que determinan el rumbo de la empresa.
Cómo gestionar a personas sin ambición
Como planteábamos anteriormente, no es necesario que todos los miembros de una organización sean personas ambiciosas, pero también es cierto que la ausencia de ambición puede resultar problemática en la cultura corporativa si deriva en falta de motivación, compromiso, bajo rendimiento… Dado que no podemos cambiar la forma de ser de una persona, (y tampoco sería bueno intentarlo), lo que sí es importante es aumentar la ambición en determinados casos en los que pueda darse una falta de motivación.
A continuación mostramos cómo podemos aumentar la ambición de los miembros de la organización que muestran una actitud distante o apática:
· Plantear objetivos que despierten su interés. Las metas son esenciales para alcanzar un objetivo determinado, cuando la persona no tiene metas más allá de realizar su trabajo cada día es interesante ir ofreciéndole de vez en cuando retos que despierten su interés y le saquen de la zona de confort.
· Reforzar su seguridad. Una persona sin ambición tiende a darse por vencida ante el primer obstáculo. Las dudas suelen ser el principal obstáculo, seguidas del miedo a cometer errores o a fallar. Ante eso hay que reforzar su confianza delegándole responsabilidades gradualmente e integrando los errores que pueda cometer como parte de su desarrollo.
· Celebrar los logros. Si reconocemos los logros de una persona que sale de la zona de confort y trabaja por lograr un objetivo, estaremos reconociendo su esfuerzo y reforzaremos la idea de que vale la pena hacerlo.
Entendiendo bien los límites y las cualidades individuales de cada persona es interesante incentivar la ambición e integrarla en la organización como un valor positivo.