La constante adaptación de la Responsabilidad Social Corporativa

Responsabilidad social corporativa

La propia inercia y adaptación de las organizaciones, las nuevas legislaciones y la presión social hacen que los compromisos de las empresas evolucionen con los tiempos y que el concepto de la Responsabilidad Social Corporativa se haya transformado y enriquecido en los últimos años. 

En su origen, la RSC se ubicaba el ámbito de la obligación ética y moral de las empresas en seis aspectos relacionados con su actividad:  medioambiente, derechos humanos, buenas prácticas con los trabajadores, intereses de los consumidores, importancia de la salud humana y compromiso con las comunidades. 

Hoy, cuando también se habla de Responsabilidad Social Empresarial (RSE), se han incorporado otros elementos como la gobernabilidad, la transparencia, el respeto al principio de legalidad, la rendición de cuentas, etc., aunque el cambio importante ha estado tanto en los aspectos de la RSC que han pasado de voluntarios a obligatorios debido a las nuevas leyes como al hecho de que las organizaciones han entendido este tipo de cumplimientos como una parte esencial para mejorar sus negocios, y no solo su reputación. 

La evolución de este enfoque ha demostrado ser positivo no solo para la sociedad en su conjunto y para la protección ambiental, sino también para la estabilidad y futuro de las propias empresas. 

Integración y medición 

Aunque la idea de la RSC ya era conocida por el ecosistema empresarial, fue en el año 2014 cuando la UE aprobó la Directica 95/2014, basada en el Libro Verde de 2011 que obligaba a las empresas a introducir en sus memorias información ambiental y social, como las emisiones de C02 o el cumplimiento de los derechos laborales.  Este mismo año, en España se aprobó la Ley 31/2014 que modificaba la Ley de Sociedad de Capital para mejorar los gobiernos corporativos empresariales

Lo importante de estas normas, y otras que se han ido aprobando en los últimos años, no es solo el aumento de las obligaciones sobre cuestiones relacionadas con la RSC, sino también el hecho de avanzar en metodologías de medición con uso de indicadores, de manera que las organizaciones pueden calcular el cumplimiento de sus objetivos. 

Medición del impacto 

La ISO 26000, cuya última actualización se produjo en 2017, es una norma internacional sobre RSC que sirve para que las organizaciones puedan implementar y evaluar sus acciones, conociendo así la evolución y el grado de cumplimiento de objetivos. 

Esta ISO tiene siete principios fundamentales que determinan las estrategias en RSC de las empresas: 

  • Rendición de cuentas. Para demostrar su responsabilidad se establecen canales y herramientas (auditorías, mecanismos de transparencia…) para informar, evaluar, rectificar o reorientar los impactos que genera su RSC. 
  • Transparencia. Con indicadores claros y precisos de rendimiento que generan confianza en la propia organización y en sus grupos de interés. 
  • Comportamiento ético. Tanto en la toma de decisiones estratégicas y operaciones, como en la gestión de toda la cadena de suministro, las organizaciones integran consideraciones de carácter ético, más allá de lo que obligan las normas y leyes, como es el caso de evitar casos de corrupción o implementar prácticas laborales más justas. 
  • Grupos de interés. La organización escucha, comparte y colabora con sus grupos de interés haciéndoles partícipes de la toma de decisiones. 
  • El Estado de Derecho. Se respeta a través del cumplimiento de las leyes y se mantienen a raya los riesgos legales (compliance) convirtiendo las exigencias normativas en nuevas oportunidades. 
  • Normas de comportamiento. Es importante que las empresas, especialmente las más grandes, establezcan compromisos internacionales y participen de la “agenda” del desarrollo, sostenible ambiental y social, como pertenecer al Pacto Mundial de Naciones Unidas o implementar la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS. 
  • Derechos Humanos. Es lo más básico, pero también lo más importante, y afecta a los trabajadores de la organización, a sus proveedores y clientes, y a las comunidades locales donde impacta algún punto de su cadena de valor.  

Casos de éxito 

Según estimaciones de la Fundación SERES (entidad que agrupa a más del 75% de las empresas del IBEX) la inversión en proyectos de impacto social de sus empresas en la década 2010-2020 estuvo en torno a los 9.700 millones de euros para desarrollar cerca de 138.000 proyectos.  A nivel Mundial, existen multitud de casos de buenas prácticas en RSC tanto en el Pacto Mundial como en el WBCSD (Consejo Mundial Empresarial para el Desarrollo, Sostenible). 

  • IKEA. Trabaja de manera especial la relación con sus trabajadores y la igualdad entre su plantilla con medidas para romper brechas sociales y canales de comunicación interna.  
  • Danone. Desarrolla proyectos para promover una alimentación más equilibrada y saludable, a la vez que minimiza su impacto ambiental ca través de la circularidad de sus envases. 
  • Grupo DIA. Estrategia de acercamiento a los ecosistemas sociales de “barrio” donde están sus tiendas apostando por la alimentación de proximidad con un menor impacto ambiental. 
  • BBVA. Hace un par de años que actualizó su política de RSC con novedades basadas en recomendaciones de la CNMV (Comisión Nacional de Mercado de Valores) y orientándola a generar impacto positivo. 

Desafíos de futuro 

Aunque a finales del siglo XX, el Pacto Mundial de Naciones Unidas y todas sus empresas miembros habían lanzado un concepto de RSC enfocado a la sostenibilidad corporativa, en 2011 muchos expertos planteaban reconsiderar el enfoque de la RSC en las empresas, porque consideraban que los programas sociales y el efecto “filantropía” habían secuestrado su verdadera naturaleza. 

Esto es solo un ejemplo de cómo ha ido evolucionando la idea de RSC, de su capacidad de adaptación, pero también de los riesgos que ha tenidos y seguirá teniendo su adaptación a las nuevas necesidades empresariales. 

Hoy, el futuro de la RSC (o RSE) se apoya más en las ideas de propósito, de impacto social y de transformación desde la propia actividad de negocio. Aunque hay diferencias importantes, cada vez se hibridan más las estrategias de RSC con la de sostenibilidad empresarial, a la vez que el compliance influye directamente en aspectos propios de las RSC como es la transparencia y la rendición de cuentas. 

Por último, hay que señalar que lo que hace unos años estaba en la órbita de la RSC, hoy son obligaciones legales. Algunos ejemplos de ello están en los aspectos ambientales de las empresas, como las emisiones de C02 y los cambios introducidos con la aprobación de la Ley de Cambio Climático en 2021. 

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