Un nuevo reto para las ciudades: reducir la contaminación visual 

Contaminación visual

Las ciudades son el contexto en el que el ser humano se expone a las fórmulas de contaminación que hacen posible la vida en ella. Conocemos la contaminación lumínica y sonora, pero… ¿has oído hablar de la contaminación visual? Se trata de otra fórmula de contaminación propia de las ciudades en la que el sentido de la vista se satura debido al exceso de estímulos. 

Entender la contaminación visual 

Sabemos que el ser humano responde de manera positiva a los estímulos y ritmos de la naturaleza. Desafortunadamente, también sabemos que alejarnos de ella para introducirnos en ciudades tiene un efecto perjudicial en nuestra salud que será mayor cuanto menor sea la presencia de elementos naturales (parques, zonas ajardinadas, espacios amplios…). Una ciudad que no cuida su urbanismo contará con mayor contaminación atmosférica, sonora, lumínica y visual. 

La contaminación visual se da cuando los elementos que componen el paisaje hacen que este resulte poco armónico y estético debido a la multitud de elementos que intervienen en él (poco armónicos entre sí). Este tipo de contaminación no solo se da en ciudades, podemos encontrarla en la naturaleza cuando intervienen elementos que alteran la armonía visual (por ejemplo, los molinos eólicos), pero el tipo de contaminación visual que nos afecta más gravemente es el que suele darse en las ciudades, ya que tiene consecuencias en el bienestar, las condiciones y la calidad de vida de las personas que viven en ellas. 

En un espacio con contaminación visual elevada podemos encontrar un exceso de elementos, información y colores procedentes de diferentes fuentes, que además en buena parte de los casos tendrán una función empresarial (desde proporcionar un servicio a tratar de vender un determinado producto). 

Entre los elementos que contribuyen a contaminar visualmente un paisaje encontramos: 

  • Antenas, postes y cableado 
  • Cartelería con información en diferentes soportes: marquesinas, edificios, paredes, autobuses… y carteles luminosos 
  • Edificios en construcción 
  • Residuos: papeles, envases… 
  • Carreteras y autopistas con abundante flujo de vehículos 

La contaminación visual tiene una variable subjetiva muy importante, por lo que es difícil medirla. En cualquier caso, tendremos en cuenta que las variables que determinan la gravedad de la misma son la cantidad de elementos, su tamaño, su ubicación (si está en un solo punto o en todo el paisaje y sus características (no es lo mismo tener un entorno recargado con carteles publicitarios como Times Square, que recargado de cables de electricidad o basura y suciedad). 

¿Por qué es perjudicial la contaminación visual? 

Estar expuestos a tanta información supone estar sometidos a constantes estímulos que captan nuestra atención. Lo cual tiene diversas consecuencias negativas para las personas que están expuestas a ella. En primer lugar, el hecho de estar sometidos a multitud de estímulos da lugar a una menor capacidad atencional, lo que se traduce en un aumento de los accidentes de tráfico (entre vehículos o entre peatones y vehículos). 

A esto le añadimos que un entorno visualmente recargado, sin orden ni equilibrio, genera estrés y ansiedad en las personas, con las consecuencias que esto tiene para su salud. 

Por último, en este tipo de entorno se produce un efecto “bola de nieve”, la contaminación visual tiende a ir a más y finalmente esto tiene consecuencias a nivel estético que redundan también en la percepción de los espacios, volviéndolos hostiles y estresantes. Esto, lógicamente, tiene un impacto negativo en el turismo, lo que a su vez tiene consecuencias negativas a nivel económico y social. 

Cómo atajar la contaminación visual 

Afortunadamente la contaminación visual puede intervenirse. En función de las características propias del entorno hacerlo conllevará una mayor o menor dificultad, pero siempre existe margen de mejora. 

Para ello será necesario el desarrollo de un plan urbanístico que intervenga sobre:  

  • Ordenación y el soterrado del cableado para reducir ese efecto tela de araña sobre el paisaje. 
  • Ordenación del tráfico, reduciendo el volumen de calzada en favor de espacios peatonales. 
  • Aumento del volumen de zonas verdes planificando áreas protegidas de ruidos como parques para propiciar el descanso visual y auditivo. En este sentido la ciudad se convierte en un dinamizador de empleo verde
  • Puesta en marcha de planes de desarrollo urbanístico y arquitectónico de la ciudad interviniendo incluso sobre elementos menores como carteles publicitarios, aparatos de aire acondicionado en fachadas, antenas… con el objetivo de priorizar el bienestar ciudadano reduciendo los niveles de contaminación ambiental, sonora, auditiva y visual. 
  • Mejorar la recogida de recogida de residuos y garantizar una red adecuada de contenedores y papeleras. En Ecoembes, trabajamos para contribuir a esta medida mediante contenedores accesibles y bien diseñados que tengan una cobertura acorde a las necesidades de la ciudad. 
  • Reducir y regular el volumen de cartelería y anuncios visuales. 

Concienciar a la población para lograr su compromiso será un ejercicio complementario, pero al mismo tiempo fundamental. Solo de esta manera será posible transformar el entorno de forma gradual y lograr que, pese a ser un contexto urbano, la ciudad sea un espacio saludable. 

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