Todas las claves para detectar y evitar la fatiga laboral
Sentirse cansado o agotado durante la jornada laboral es un problema que muchos empleados padecen en algún momento de su vida profesional. Normalmente, esta situación se define como fatiga laboral, un concepto que se refiere a una estado físico y mental que reduce el rendimiento y que nos deja exhaustos tras un esfuerzo prolongado.
Esta fatiga impacta no sólo en el rendimiento laboral, sino también en la salud humana, y por ello es un problema que las organizaciones deben detectar y atajar rápidamente. De hecho, si la fatiga laboral afecta a un número considerable de empleados simultáneamente, la empresa puede tener un problema grave a nivel organizativo o en el reparto de tareas y los tiempos adjudicados para realizarlas.
El hecho de que sean miles las empresas que disponen de herramientas para monitorizar el rendimiento y el bienestar de sus empleados es un dato que demuestra una tendencia ya muy generalizada entre las organizaciones.
Dos ejemplos veteranos son las herramientas implementadas por UPS para medir el sueño y la carga de trabajo de sus empleados, y la de IBM para a ayudar a los trabajadores a gestionar su estrés laboral y la calidad del ambiente laboral. Incluso hay compañías que incorporan en sus programas de bienestar corporativo dispositivos wearables para los trabajadores o utilizan aplicaciones móviles para medir el bienestar en el entorno laboral.
Otro ejemplo son las estrategias para la calidad del trabajo y el bienestar de los empleados que desarrolla Ecoembes y que la han llevado en 2024 a ser reconocida como una de las mejores empresas para trabajar en España por undécimo año consecutivo.
Tipos de fatiga
- General. Suele afectar a todo el organismo, tanto física como mentalmente. Es una sensación indefinida que acumula numerosos síntomas y que suele tener relación con la tensión en la ejecución de las tareas, las relaciones en las jerarquías de la empresa, los entornos de trabajo, etc.
- Crónica. Se produce cuando no hay margen para el descanso y la recuperación. Tiene múltiples signos físicos y mentales, y se acentúa con la rutina diaria.
- Física. Se manifiesta con síntomas como la bajada del ritmo laboral, cansancio, movimientos más inseguros o malestar general. Por lo general, la fatiga física se relaciona con los músculos y su capacidad de realizar esfuerzos limitados dentro de sus capacidades. Está vinculado a la tensión de los músculos, la circulación sanguínea y el aporte de oxígeno. Cuando el cansancio no sólo afecta a los músculos que sobreutilizamos y llega a otros músculos estaremos pasando de una fatiga normal a una fatiga crónica o patológica que puede tener graves consecuencias.
- Mental. La actividad mental continuada e intensa (funciones cognitivas de comprensión, razonamiento, tratamiento de información, solución de problemas, etc.) puede generar desconcentración y un tipo de cansancio que sufren normalmente los trabajadores que realizan trabajos intelectuales o de gran precisión que requieren una alta concentración. Por otro lado, cuando son trabajos de este último tipo el cansancio mental suele ir acompañado de fatiga física, porque son actividades que suelen hacerse en posturas estáticas.
- Emocional. Se produce en trabajos que requieren una alta implicación emocional y una relación muy directa con personas en situaciones críticas. Es conocida también como el “síndrome del trabajador quemado” o “síndrome de Burnout” y suele darse en profesionales como médicos, enfermeras, controladores aéreos y profesores.
- Sensorial. Se produce por el uso excesivo de uno de nuestros sentidos, como el oído (en interiores donde se genera mucho ruido de, por ejemplo, máquinas o vehículos) o la vista (cuando se trabaja de manera constante con pantallas de ordenador o monitores).
- Otras fatigas. Hay otro tipo de fatigas que no se califican ni como mentales ni físicas, como la hipovigilancia, la sensación de monotonía y la saturación mental por sobreestimulación. Sus síntomas son parecidos, pero no son exactamente los mismo que la fatiga.
Fases de la fatiga
En los efectos de la fatiga podemos distinguir tres fases muy bien definidas:
- Incubación o alarma. El empleado se encuentra irascible, nervioso, irritable e impaciente, o bien se muestra abatido y pasivo. En todos los casos, esta situación va acompañada de síntomas como intolerancia al ruido o al desorden, alteraciones del sueño y cansancio general.
- Febrilidad. Se produce cuando los primeros síntomas se agudizan y aparecen otros nuevos como baja autoestima, insomnio, alteraciones del carácter, hipertensión arterial o nuevos tics.
- Apatía. Decaimiento físico y psíquico, desinterés por el trabajo y graves problemas médicos.
Los principales síntomas
- Síntomas conductuales. Aumento en el número de errores y en la variabilidad del rendimiento. Disminuye la motivación y la productividad, con distracciones, descuido en la higiene persona y absentismo laboral.
- Síntomas psicofísicos. Aumento de la sensación de agotamiento al realizar las tareas y deterioro sensorial, ansiedad, estrés, pérdida de interés y sensación de pérdida del control.
Causas de la fatiga laboral
La fatiga se manifiesta en función de factores situacionales y características personales y tienen siempre, además de unos efectos funcionales, un sustrato corporal subjetivo: dolores de cabeza o musculares, picor de ojos, embotamiento, coraza tensional, torpeza en los movimientos, etc.
Algunas de las causas de la fatiga laboral son:
- La monotonía de las tareas. La repetición de las mismas tareas puede llevar al aburrimiento y a la falta de creatividad.
- Intensidad y duración. Hay que medir bien los esfuerzos que se aplican a una tarea y el tiempo asignado para hacerla. El desajuste en alguna de estas dos variables es causa directa de fatiga laboral.
- Condiciones físicas. El entorno donde se realiza el trabajo también puede tener factores que generen fatiga. Hay que vigilar el ruido, la luz, la temperatura y la amplitud y calidad de los espacios de trabajo.
- Exceso de carga mental. Acumular responsabilidades, preocupaciones o conflictos es una fuente de estrés y, a la larga, de fatiga laboral.
- Enfermedades laborales crónicas. Pueden crear malas sensaciones y molestias permanentes al trabajador, lo que afectará a su desempeño y derivará en fatiga laboral.
- Nutrición. Una alimentación desequilibrada o la falta de hidratación pueden ser causas de un malestar físico que acaba provocando fatiga.
La curva de la fatiga
Cuando un empelado no mantiene la cadencia y ritmo adecuado y propio de su responsabilidad, se produce un descenso gradual a medida que transcurre su jornada laboral. Hay un período de “precalentamiento” durante las primeras horas de la jornada hasta alcanzar el rendimiento máximo a media jornada. A continuación, los efectos de la fatiga provocan un descenso del rendimiento según transcurre la segunda parte de la jornada laboral. En los trabajos de jornada partida, se ha comprobado que el rendimiento durante la tarde es inferior al de la mañana.
Durante la semana, hay una curva de rendimiento similar a la observada para una jornada de trabajo. En este sentido, el lunes se suele tener un rendimiento inferior al martes y progresivamente va aumentando hasta la mitad de la semana, para comenzar un descenso hasta el final de la semana laboral.
Cómo prevenir la fatiga laboral
Existen una serie de acciones para generar un entorno óptimo de trabajo y evitar la fatiga laboral.
- Aplicar las medidas de seguridad y protección de la salud de los trabajadores
- Diseñar el puesto de trabajo adaptado al trabajador y sus peculiaridades
- Adquirir el mobiliario, herramientas, útiles y programas apropiados para la actividad (muebles ergonómicos, escritorios de altura ajustable, protectores de pantalla para ordenadores, etc.)
- Asignar el personal necesario y el tiempo adecuado para la realización de cada tarea
- Informar a los empleados sobre los síntomas y causas de la fatiga laboral para una detección temprana
- Crear sistemas de rotación en las tareas y horarios flexibles
- Evitar o reducir el efecto de los estresores psicosociales
- Evitar el aislamiento durante las actividades laborales
- Fomentar la autonomía en el trabajo y la participación de los trabajadores en la toma de decisiones
- Facilitar las pausas autoprogramadas y favorecer la autonomía en la planificación y realización del trabajo
- Disponer espacios de descanso y esparcimiento
Ecoembes vela por la salud del empleado y su bienestar. A las políticas de flexibilidad y conciliación se añaden las modalidades de teletrabajo y diferentes alternativas de conexión y desconexión. Además, se tiene en cuenta la prevención y vigilancia de la salud, y posibles enfermedades provocadas por la exposición laboral.
Herramientas y tecnologías
- Wellness Coach. Un experto en rendimiento laboral puede enseñar a los empleados a gestionar su salud mental y física.
- Encuestas. Es importante consultar regularmente a los empleados sobre su estado de ánimo, bienestar y situación en el trabajo.
- Plataforma de datos. Recopilar y procesar datos de diferentes variables laborales aporta una valiosa información para gestionar el estrés y la fatiga laboral. Ejemplos de ello son las herramientas “Microsoft Viva Insights” y “Unilever Wellbeing”.
- Wearables. Estos dispositivos para el seguimiento de la salud y bienestar aportan información sobre el estado físico de los empleados y les ayudan a autorregular esfuerzos y tensiones.
- Aplicaciones móviles. Hay aplicaciones para la gestión del tiempo y la fatiga, como RescueTime.
- Plataformas de análisis. Gestionan datos para evaluar la productividad y el bienestar.
Ecoembes desarrolla el programa, Bewell, para cuidar la salud y el bienestar de sus empleados, con webinars de especialistas y talleres para adoptar estilos de vida saludables, servicios de fisioterapia y alimentación sana disponible en la oficina, entre otras acciones.