Cada persona juega un papel esencial en el cuidado del agua

Cuidado del agua

Un gesto tan sencillo como levantarnos del sofá y abrir un grifo para beber agua es un privilegio. Quienes siempre hemos tenido acceso a ello, lo damos por hecho, pero cerca de un tercio de la población mundial no tiene fácil acceso a agua apta para el consumo

El privilegio del agua 

El agua no es un ser vivo, pero debemos cuidarla como si lo fuera, ya que se trata de un elemento fundamental para la vida en nuestro planeta, que de hecho cubre el 70% de la superficie. Curiosamente, sólo cerca de un 3% de esa agua es dulce, y si además tenemos en cuenta que parte de ella está congelada en los glaciares e icebergs, nos encontramos con que el acceso a un agua apta para el consumo humano no es tan sencillo. 

Teniendo en cuenta los datos facilitados por la ONU podemos observar que la dificultad de acceso al agua para consumo e higiene es un grave problema en muchas partes del mundo: 

  • En torno a 500 millones de personas necesitan realizar un trayecto inferior a 30 minutos (entre la ida y la vuelta), para acceder a una fuente mejorada de suministro de agua. 
  • Pero 292 millones de personas sólo pueden acceder a los denominados servicios limitados: una fuente mejorada de suministro de agua situada a una distancia de más de 30 minutos. 
  • Por otro lado, 296 millones de personas se abastecen de agua procedente de pozos y manantiales no protegidos. 
  • Por último, 115 millones de personas consumen agua superficial no tratada, recogida en lagos, estanques, ríos o arroyos. 

Definir el cuidado del agua 

El cuidado del agua alude a todas las acciones que se dirigen a su preservación. Necesitamos entender que la sostenibilidad del agua como recurso depende del uso que hagamos de ella. El planteamiento del agua como recurso infinito es el origen de los problemas de escasez que empezamos a vislumbrar. 

El agua dulce es un elemento escaso y necesario para todas las formas de vida que podemos encontrar bajo tierra en acuíferos, en lagos y ríos. Según cálculos de la ONU, las aguas contaminadas causan más muertes que todas las guerras que hay actualmente en el mundo. Esto se debe a que, en países en vías de desarrollo, cerca del 90% de las denominadas aguas negras se vierten directamente en ríos, lagos y cursos de aguas costeras sin tratar. Pero a este problema se suma la contaminación de las aguas a consecuencia de la industria, la ganadería y la agricultura (esta última además consume entre el 60% y el 80% de los recursos de agua dulce en la mayoría de los países, y hasta el 90% en el resto). 

Hacer un consumo intensivo del agua como el que actualmente hacemos significa que agotaremos el recurso antes de que la naturaleza sea capaz de regenerarlo. Esto además tiene un impacto en el equilibrio de los ecosistemas (el 50 % de las zonas húmedas del mundo ha desaparecido en el último siglo), en la extinción de especies y por supuesto en el bienestar de las sociedades (en la actualidad muchas zonas del mundo sufren estrés hídrico, lo que da lugar a movimientos migratorios y conflictos). 

Un compromiso individual 

En los últimos 50 años la extracción de agua potable se ha triplicado y tan solo en España la huella hídrica está en los 2,5 millones de litros por persona, lo que supone el doble que la media mundial. 

Al margen de las acciones que realizan instituciones como la ONU sobre el cuidado del agua,  The Nature Conservancy o los gobiernos de cada país, es necesario que cada individuo contraiga un compromiso individual con el cuidado del agua. De hecho, en Ecoembes, contamos con propuestas cotidianas que nos animan a reducir nuestro consumo de agua en el trabajo, ya que las empresas que trabajamos para el medioambiente debemos mostrar un compromiso integral con su conservación. 

No cabe duda de que las medidas con mayor impacto serán aquellas que tengan una dimensión estratégica, llevadas a cabo por los gobiernos y cuyo incumplimiento tenga unas consecuencias económicas y legales. A pesar de todo, rebajar la cifra de 2,5 millones de litros de agua consumidos al año es un objetivo asumible, que sin duda tendrá un impacto en nuestros recursos hídricos. Para ello dolo tenemos que empezar por modificar pequeños hábitos que significarán una reducción de nuestro consumo individual: 

  • Reutilizar agua. Por ejemplo, el agua de cocer las verduras puede servir para regar, y el que desperdiciamos en la ducha hasta que alcanza una temperatura adecuada puede usarse para el mismo objetivo o para fregar los suelos. 
  • Gestión sostenible del agua: La administración sustentable de recursos hídricos incluye diversas acciones, como la organización y control de la solicitud de agua, la preservación de la pureza del recurso, el manejo de la insuficiencia hídrica y la adaptación a las variaciones climáticas.
  • Instalar economizadores. Puede suponer un ahorro de hasta un 50%. 
  • Cerrar los grifos cuando el agua no sea necesaria. Mientras enjabonamos platos, sartenes, o a nosotros mismos en la ducha, no es necesario mantener el grifo abierto. Cerrarlo supondrá un ahorro de montones de litros. 
  • No tirar residuos contaminantes por los desagües o WC (aceite, lejía, medicamentos…), muchos de ellos no se pueden eliminar es procesos de depuración posteriores y son altamente contaminantes. 
  • Utilizar la lavadora y lavavajillas con cargas completas. El lavavajillas siempre supondrá un ahorro de agua frente a fregar a mano. Además, para hacer un uso más eficiente debemos usar estos electrodomésticos aprovechando todo su espacio. 
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