Las empresas descarbonizadas demandan nuevos perfiles profesionales 

Economía baja en carbono

Gracias al Acuerdo de París de 2015, las líneas maestras de la descarbonización de la economía y la sociedad están definidas como un paso imprescindible para combatir el cambio climático. Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) es también una forma de mejorar la competitividad de las empresas, avanzar en la innovación tecnológica, ahorrar en cotes energéticos, implantar la economía circular y reforzar la reputación corporativa. 

Esta transición ecológica, especialmente en los sectores de la edificación, la producción de electricidad, el transporte y la gestión de los residuos, requiere de nuevos perfiles profesionales que atiendan la demanda de las actividades emergentes, teniendo en cuenta además que la transformación para el desarrollo verde y sostenible está plenamente conectada con el creciente proceso de digitalización

La Unión Europea y su programa “Fit for 55” quiere reducir las emisiones GEI hasta en un 55% para 2030 y alcanzar la neutralidad climática en 2050, mientras que en España el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC 2021-2030) pretende reducir las emisiones nacionales en un 23% para 2030 (hay comunidades autónomas que van más allá, como es el caso del País Vasco que, con su propia ley, quiere reducir las emisiones en un 45% en 2030). 

Estos objetivos de descarbonización, o avance de una economía baja en carbono, sería imposible sin el compromiso de las empresas y sus planes de medición de su huella de carbono como paso previo para implantar planes de reducción de emisiones. 

En este sentido, la Ley de Cambio Climático de 2021 introdujo importantes obligaciones: hasta la aprobación de la Ley, la medición y registro de la huella de carbono en el inventario del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITECO) tenía carácter voluntario. Ahora, la Ley define que es una obligación para las empresas medir sus emisiones de Alcance 1, 2 y 3 (en el caso de las pymes la medición de Alcance 3 es voluntario), registrar su huella de carbono y desarrollar un plan de mitigación. 

Cómo es una economía baja en carbono 

El modelo vigente de crecimiento sostenido basado en la producción y consumo con una visión de materias primas ilimitadas y energía fósil asequible está cambiando a nuevo paradigma basado en la reducción de la huella de carbono y la economía circular. 

Con ello, se pretende combatir el cambio climático, aprovechar los recursos naturales sin llegar a su agotamiento, proteger el medioambiente y mejorar la calidad de vida de las personas. 

Las empresas tienen la posibilidad de entender la descarbonización como una oportunidad para mejorar su posición en el mercado, usando la medición de su huella de carbono como una herramienta de mejora de la gestión y de reducción de costes, además de alinear su transición verde con los enfoques ESG. 

La huella de carbono corporativa expresa la cantidad de emisiones GEI que genera todo el conjunto de la actividad de una empresa, tanto las directas como las indirectas (Alcances 1,2 y 3). Es una información muy valiosa para saber dónde se pueden reducir las emisiones, el coste de la intervención y el ahorro que supondrá. 

Esta transición hacia fuentes limpias de energía cuenta ya con un alto interés en el sector financiero, cuyas inversiones en la transición ecológica han aumentado desde que la UE publicó su Taxonomía Verde de actividades, una guía para que inversores y empresas puedan diferenciar qué proyectos y actividades son realmente sostenibles y cuáles afectan negativamente al clima y al medioambiente. 

Oportunidades de Empleo  

La transición hacia una economía baja en carbono demanda nuevos perfiles profesionales y la reactualización de conocimientos en diferentes áreas de la actividad de la empresa. El PNIEC calcula que el llamado empleo verde se incrementará en un 2,6%, lo que supondría la creación de entre 420.000 y 530.000 empleos entre los años 2025 y 2030. No todo el empleo verde está vinculado directamente a la reducción de la huella de carbono, pero sí es uno de sus principales nichos. 

A nivel mundial, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que la transición ecológica hacia una economía baja en carbono creará cerca de 24 millones de puestos de trabajo con enfoque ambiental. 

Se están requiriendo profesionales, tanto en las administraciones públicas como en las empresas relacionados con: 

Energías renovables. El objetivo de alcanzar la neutralidad climática en la UE para 2050 significa que para 2030 las fuentes limpias de energía deberán superar el 55% de la energía consumida. Las empresas tienen una gran oportunidad para generar su propia energía a través de la solar fotovoltaica, la mini-eólica, la biomasa o el hidrógeno verde. 

Eficiencia energética. No solo es necesario aumentar el uso de renovables, sino también consumir menos energía y hacerlo de manera más eficiente (EL PNIEC quiere aumentar la eficiencia energética en un XXX para 2030). Aquí las empresas tienen un verdadero filón para ahorrar costes gracias a los expertos en eficiencia y las auditorías que pueden realizar sobre los consumos de la organización y la implementación de medidas como procesos de autoconsumo, maquinaria con consumos más bajos, sistemas inteligentes de control energético o instalaciones de mejores aislamientos y sistemas pasivos. 

Restauración de ecosistemas. Reconocer el valor real de los servicios ecosistémicos que nos aporta la naturaleza requiere también una gestión sostenible de los territorios y sus recursos. Proteger y mejorar la calidad de los ecosistemas terrestres y marinos es clave para los procesos de adaptación a los impactos del cambio climático. 

Gestión de flotas. Una parte importante de las emisiones de GEI en las empresas proviene del transporte. Los nuevos perfiles profesionales enfocados a la sostenibilidad son necesarios para realizar la transición hacia flotas verdes (vehículos no contaminantes como los eléctricos o híbridos) y la eficiencia en las rutas y los consumos a través de los procesos de digitalización. 

Materias primas. Conocer el mercado y saber elegir materias primas más sostenibles es una tarea imprescindible para muchas industrias, como por ejemplo la textil. Reducir los residuos en los procesos de fabricación, implementar medidas de ecodiseño para la reciclabilidad o incorporar materiales provenientes del reciclaje, exigen a las empresas contar con expertos en economía circular. 

Reciclaje. Recuperar y reintroducir las materias primas ya usadas en el ciclo económico descarboniza los procesos. Gracias a la recogida selectiva de los residuos de envases domésticos, se consiguió evitar la emisión de 1,7 millones de toneladas de C02 en el año 2023. Con ello, Ecoembes mitiga el cambio climático y evita el aumento de las temperaturas, entre otros efectos del calentamiento global. 

Formación para una economía baja en carbono 

La aceleración en la descatolización para cumplir los objetivos de 2030 y 2050 choca con el problema de la falta de talento especializado para desarrollar una economía baja en carbono, aunque cada vez hay más profesionales adaptados a estas nuevas demandas. 

Son varios los informes que han analizado esta situación y sus conclusiones son similares: es necesario reforzar la formación en materia de transición y energética y descarbonización para poder atender las obligaciones a las que se enfrentan las empresas, según define la Ley de Cambio Climático. 

Por ejemplo, 7 de cada 10 compañías está contratando personal o tiene previsto hacerlo para cubrir empleos y competencias verdes pero, aunque 8 de cada 10 compañías trabaja en su estrategia de ESG, el 94% afirma que carece del talento necesario para lograr sus objetivos, según el informe “Green jobs: tendencias de negocio y empleo sostenible” de Manpower. 

Más contundente es el informe realizado por Linkedin, cuya conclusión es que a nivel mundial hay millones de empleos verdes disponibles, pero hay un problema en la disponibilidad de mano de obra formada y cualificada adecuadamente para acceder a estas oportunidades laborales. 

Por otro lado, en la comunicación de la Comisión Europea “Un nuevo modelo de industria para Europa”, se dedica una especial atención a la parte formativa. En este sentido, se indica que “una industria competitiva depende de la contratación de mano de obra cualificada y la capacidad para retenerla. Hacer del aprendizaje permanente una realidad para todos será todavía más importante: tan solo en los próximos cinco años, ciento veinte millones de europeos tendrán que mejorar sus capacidades o reciclarse profesionalmente”. 

El Futuro de la economía baja en carbono 

El documento “Estrategia de descarbonización a largo plazo 2050” editado por el MITECO, señala las grandes tendencias de la economía baja en carbono para los próximos años. 

  • Es necesario seguir profundizando en las investigaciones climáticas, tanto en los efectos y la efectividad de las políticas de mitigación del cambio climático, como en las consecuencias que este puede tener sobre el territorio, así como las políticas de adaptación más eficaces que habrá que llevar a cabo. 
  • La transición ecológica requerirá la evolución de los sistemas de generación renovable, pero también necesitará otras tecnologías, en particular las que faciliten la eficiencia energética, las de almacenamiento de energía, el hidrógeno renovable, las nuevas formas de movilidad y las necesarias para la descarbonización de la industria intensiva en energía. 
  • De entre los principios generales de la Estrategia de Economía Circular, destaca la descarbonización de la economía. La industria puede reducir de forma notable el uso de materias primas, materiales y energía si se aplica efectivamente una política de economía circular. 
  • Se debe prestar una atención especial a alcanzar niveles elevados de reciclaje de aquellos materiales utilizados en las tecnologías de descarbonización (como el cobalto y las tierras raras), pero también de materiales más comunes en la fabricación y en la construcción en España. 
  • En el sector industrial, las líneas de investigación a corto plazo están relacionadas con la eficiencia energética. Otra área de investigación son las posibles alternativas a los procesos de fabricación industrial presentes hoy en día, como es el caso del hidrógeno renovable, que irá sustituyendo al hidrógeno gris. 
  • La transformación digital es, junto con la transición energética, uno de los principales retos a los que nos enfrentamos como sociedad. Existen, además, numerosas sinergias entre ambas dinámicas de cambio: el desarrollo e implantación de la tecnología digital está incidiendo en el conjunto de la economía y, en particular en el sector energético, afectando y transformando la definición del modelo actual de mercado. 
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