Los contravalores: una amenaza silenciosa para el bienestar de la empresa
Los pilares en los que se construye cualquier empresa son sus valores. La información que necesitamos para empezar a conocer una organización es su misión (qué hace), visión (los objetivos que quiere alcanzar) y valores (de qué manera quiere alcanzarlos). Pero, ¿Qué son los contravalores?
Los valores van a definir la identidad de la organización y por tanto determinarán el tipo de decisiones que toma y la manera en que interviene en la sociedad. En definitiva, podemos encontrar en los valores un código ético que regirá el comportamiento de la empresa y que funcionará como manual de conducta corporativa para las personas que la componen. Curiosamente existe una amenaza silenciosa, los contravalores, que pueden poner en jaque el buen funcionamiento de una organización y su propia coherencia interna.
¿Qué son los contravalores?
Los contravalores son valores negativos que se han integrado en la empresa y de algún modo forman parte de su cultura. Dado que las organizaciones son entes vivos, es posible que la mala interpretación de un valor o la asimilación de determinados comportamientos, propicien la aparición de contravalores.
Debemos entender que los contravalores surgen de manera natural y normalmente se van forjando sin que haya una intencionalidad. Son habitualmente actitudes y comportamientos que se han tolerado o normalizado, pero también pueden asentarse por omisión o porque nadie está trabajando específicamente en evitarlos. Por ejemplo, el individualismo es un contravalor que puede imponerse en la cultura de una empresa si ésta no hace un esfuerzo en la dirección contraria, propiciando la colaboración y el compañerismo. Ocurre lo mismo con el estrés (presente en muchas empresas) o con actitudes poco sostenibles, que surgen cuando no se está realizando un esfuerzo consciente por evitarlas.
Los contravalores suponen grandes obstáculos para las organizaciones, ya que pueden transformar el ecosistema empresarial perjudicando a las personas que forman parte de ella y en última instancia a su buen funcionamiento y reputación.
La importancia de los contravalores
No cabe duda de que los contravalores tienen connotaciones negativas, pero conocerlos es la única manera de poder luchar contra ellos, por lo que es esencial estar alerta para detectarlos. Todo contravalor tiene como opuesto un valor que será el que debemos reforzar. Conocerlos nos permitirá tomar el pulso de la organización y erradicarlos mediante un trabajo positivo.
Es fácil que toda la organización conozca los principales valores de la empresa y traten de ponerlos en práctica y mantenerlos vivos en el día a día, pero los contravalores muchas veces pueden convivir con estos, por lo que es necesario un trabajo más minucioso que permita detectarlos y erradicarlos. No podemos perder de vista que las empresas las forman personas con objetivos propios, valores individuales, hábitos… siempre que no haya una guía es fácil que surjan malas prácticas que pueden extenderse rápidamente y quedar arraigadas.
Además, es frecuente que surjan contravalores que, para más inri, se oponen a valores estructurales de la empresa: por ejemplo, podemos encontrar, en una empresa que tenga como valor la sostenibilidad, que se propicie la impresión de documentos en papel por comodidad. En este caso su comportamiento no es coherente con sus valores. Independientemente de que en su campo de actividad esté logrando ser sostenible y tener poco impacto medioambiental, se da una incongruencia a nivel interno, ya que se mantiene una cultura de consumo de papel que va en contra de la sostenibilidad por lo que podemos identificarla como contravalor.
Para evitar todo esto es importante que los departamentos de Personas y Comunicación Interna trabajen conjuntamente tanto en la detección de contravalores como en los mensajes y acciones que ayuden a reforzar los valores positivos y acordes a la empresa en cada pequeña acción, para de esta manera poder contrarrestarlos.
Valores VS contravalores, ¿en qué se diferencian?
Para mantener la coherencia dentro del marco de la organización trataremos de revisar una y otra vez los valores de empresa y contrastar su evolución con ellos. Los valores actúan como brújula y deben servir para guiar la empresa, reorientar conductas y lograr coherencia entre intereses personales y colectivos. Para ello deben estar presentes: ser visibles para los trabajadores, estar encarnados en las figuras que ostentan puestos de relevancia y animar a que el conjunto de la organización desarrolle su actividad de acuerdo con ellos.
Los contravalores son siempre una amenaza, pero con un buen seguimiento y un trabajo constante de implantación de la cultura de la compañía presentarán un riesgo moderado, ya que son fácilmente reversibles. En ese punto es cuando volveremos a los valores: observaremos cuanto confronta el contravalor con ellos y analizaremos los fallos en la cultura de la empresa que han propiciado ese contravalor. En caso de que no confronte de manera directa con uno de los valores de la empresa, si sólo se trata de algo que no termina de encajar con ellos, habrá que identificar qué valores nos pueden ayudar a neutralizarlo y tratar de reforzar su presencia.
Por último, tendremos en cuenta que los valores y la cultura empresarial no tienen como objetivo coartar la individualidad, sino establecer un marco saludable de convivencia. Del mismo modo identificaremos como contravalores las actitudes que rompan ese clima saludable: desigualdad, faltas de respeto, abusos de poder, competitividad mal entendida, intolerancia…
Compartir una misión, visión y una serie de valores proporciona a las personas de la organización un punto de partida común y una hoja de ruta, después cada individuo aportará elementos únicos: puntos de vista, planteamientos de mejora, nuevos objetivos… de este modo, y manteniendo bajo control la amenaza que pueden suponer lo contravalores, crearemos el clima adecuado en el que cada profesional podrá desarrollarse al máximo y crecer junto con la empresa.