¿Jefes o líderes?
Un buen clima laboral es fundamental para retener y atraer talento y mantener la motivación y el rendimiento adecuados para mantener a una organización en el camino del crecimiento y del éxito. Por eso es tan importante un buen líder que sepa dirigir equipos de una manera saludable a través de la escucha activa, la participación, el diálogo, la confianza, la comunicación. Pero es por eso que debemos diferenciar entre jefes o líderes. Jefes hay muchos, miles, es la persona que tiene autoridad en un grupo, y que trata de imponer su criterio al resto del equipo, pero los líderes son los que generan confianza y con los que puedes trabajar codo con codo, esos son son escasos.
Por el contrario, también existe el líder tóxico que sería todo lo contrario, es aquel que intenta y arruina la denominada ‘gestión de expectativas’ que es el conjunto de acciones que lleva a cabo una organización tanto para atraer talento como para mantener la motivación de un colaborador de manera que mantenga el esfuerzo diario en su trabajo y compruebe que sus esfuerzos no son en vano de manera que no pierda el interés o la ilusión por su trabajo.
La diferencia entre jefes o líderes es que estos últimos empoderan a las personas
‘La guía para grandes gerentes: que hacen de manera diferente y por qué son importantes’ de Gallup parte de la idea de que los buenos líderes son influyentes porque no actúan como jefes sino como entrenadores. Mientras los primeros dicen cómo triunfar, los segundos sólo transmiten lo que hay que hacer, por ejemplo. “Igual que un ‘jefe tóxico’ puede arruinar un buen trabajo, un gran líder puede hacer que un buen puesto sea aún mejor”, dice el documento resultado de una investigación de la consultora.
Características de un buen líder
Esta guía identifica cinco características que debe tener un buen líder y un jefe que dirige un grupo: motiva e involucra a los miembros de su equipo; es asertivo y resiliente; ayudan a crear una cultura de responsabilidad; construyen relaciones basadas en la confianza, la transparencia y el diálogo y, por último, tomar decisiones basándose en la productividad y no en la política.
Hay una diferenciación muy importante que hace este documento. Los entrenadores (líderes) establecen expectativas claras y objetivos para el desempeño de las tareas, con comentarios que optimizan las fortalezas individuales de los colaboradores y que redundan en un aumento de la eficacia del equipo. Esta es una práctica poco común según la consultora. Solo el 26% de los empleados reconoce recibir comentarios que les ayude a hacer mejor un trabajo. Los jefes ‘tóxicos’, sin embargo, buscan habitualmente oportunidades para corregir o hacer sentir a sus empleados que su rendimiento no está a la altura.
Ahora bien, una vez que estamos ante un superior de estas características ¿cómo podemos gestionar la situación? Lo ideal sería hablar con el área de recursos humanos y exponer con honestidad la situación de manera que se pueda revertir la situación.